lunes, 4 de febrero de 2019

EL HELECHO Y EL BAMBÚ.





Un día decidí darme por vencido... Renuncié a mi trabajo, a mi relación, a mi vida. Fui al bosque para hablar con un anciano, que decían era muy sabio.

- ¿Podría darme una buena razón para no darme por vencido? Le pregunté.

- Mira a tu alrededor, me respondió. ¿Ves el helecho y el bambú?

- Cuando sembré las semillas del helecho y del bambú las cuidé muy bien.

- El helecho rápidamente creció. Su verde brillante cubría el suelo, pero nada salió de la semilla de bambú, y aún así no renuncié al mismo.

-En el tercer año, aún nada brotó de la semilla del bambú, pero seguí sin desistir.

- En el quinto año, un pequeño brote de bambú se asomó en la tierra. En comparación al helecho era muy pequeño e insignificante.

- En el sexto año el bambú creció mas de 20 metros de altura. Se había pasado cinco años echando raíces que lo sostuvieran. Aquellas raíces lo hicieron fuerte y le dieron lo que necesitaba para sobrevivir.

- ¿Sabías que todo este tiempo que has estado luchando, realmente has estado echando raíces? Le dijo el anciano, y continuó.

- El bambú tiene un propósito diferente al del helecho, sin embargo, ambos son necesarios y hacen del bosque un lugar hermoso.

- Nunca te arrepientas de un día en tu vida. Los buenos días te dan felicidad, los malos días te dan experiencia. Ambos son esenciales para la vida, le dijo el anciano y prosiguió...

- La felicidad te mantiene dulce, los intentos te mantienen fuerte, las penas te mantienen humano, las caídas te mantienen humilde, el éxito te mantiene brillante...

Si no consigues lo que anhelas, no desesperes, quizá sólo estás echando raíces.



Anónimo.

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